lunes, 26 de noviembre de 2007
lunes, 6 de agosto de 2007
martes, 5 de junio de 2007
Cristóbal Briceño Aburto
Una de las cosas que más me mata por volver a Chile es escuchar en vivo a la banda que hoy más me gusta.
Sí.
Antes de ayer vi a Damon Albarn (ex Blur) con su nueva banda The Good, The Bad and The Queen, donde el bajista era el de The Clash y el baterista el viejo más seco que he visto. Parecía como si tuviera dos cerebros. Uno para cada baqueta.
Y también vi a Wilco y quedé pa' la cagá. Increíbles.
Pero a mí los que más me gustan se llaman Fother Muckers.
Y son chilenos.
Usted que lee ni los cacha.
Tranqui.
Pasó lo mismo con Teleradio Donoso. De hecho recién estaba leyendo mis blogs enteros por equis motivo y vi todas las veces que insistí sobre ellos desde mayo del año pasado. Hasta que les resultó, y eso me hace feliz porque son tremendos músicos y además tipos muy simpáticos.
Yo no sé si Fother Muckers serán famosos o no. Supongo que sí, da igual.
La banda me encanta.
Y usted puede escucharlos en los links al final de este post si lo desea. El problema es que los mejores temas a mi parecer no estarán ahí.
Es igual.
Un día caminando por Bellavista, de noche, conocí a unos tipos. Recuerdo que uno llevaba un sombrero muy de vaquero. Y empezamos a conversar.
- Lo que pasa es que...
- No si ya sé -me dijo él interrumpiendo.
- ¿Mmm?
- Leo tu blog hace un tiempo.
Recuerdo que me trató de pornográfico o exhibicionista o las dos cosas no sé, y que en realidad a mí me dio algo de pudor. Pero también que le gustaba como escribía. Y entonces, más pudor. Supuse entonces que resultaba ser un voyeurista más como todos y todas quienes me leían.
Pero Cristóbal es más que eso.
Cristóbal es un observador de la vida, de la risa y de la angustia. Y tiene un talento impresionante para transformarlo todo en canción.
Impresionante.
¡Pero si ahora mismo estoy moviendo el cuerpo entero mientras escribo por culpa de uno de sus temas que he escuchado ya catorce veces seguidas!
Quince.
No sé cómo puta, pero tengo la tremenda raja de que ambos nos consideremos amigos y nos apreciemos del modo en que lo hacemos. Todo en un par de meses.
La tremenda raja de que mi último almuerzo en Chile fue con él y con mi hermano Fredes. Que en un momento tomaron la guitarra y cantaron todos los temas del EP de Fother Muckers.
Para mí.
Casi me puse a llorar.
Comprenderán lo sensible que estaba a punto de dejar Chile.
De dejarlos a ellos.
De dejarlo todo.
Fue bacán, ellos apenas se dieron cuenta de lo bacán que fue para mí, aún cuando les dije se me escapan unas lágrimas hue'ón.
En todos lados he leído que hace frío en Santiago estos días. En emol, en los blogs y fotologs de mis amigos, en las páginas de música chilenas. Y supongo que así no dan muchas ganas de salir en la noche a ver un grupo de música.
Pero hágase un favor.
Vaya a un concierto de los Fother Muckers cuando se entere y verá una puesta en escena que ya merece escenarios del mundo.
No exagero.
No exagero porque si Cristóbal Briceño está en este blog es básicamente porque yo a él lo admiro.
Y porque si se multiplicara, si hubiesen tantos talentos como él, ni siquiera imagino qué podría pasar en Chile con la música.
Y no voy a dejar links.
Se me abriga bien y va a verlos en vivo.
Sí.
Antes de ayer vi a Damon Albarn (ex Blur) con su nueva banda The Good, The Bad and The Queen, donde el bajista era el de The Clash y el baterista el viejo más seco que he visto. Parecía como si tuviera dos cerebros. Uno para cada baqueta.
Y también vi a Wilco y quedé pa' la cagá. Increíbles.
Pero a mí los que más me gustan se llaman Fother Muckers.
Y son chilenos.
Usted que lee ni los cacha.
Tranqui.
Pasó lo mismo con Teleradio Donoso. De hecho recién estaba leyendo mis blogs enteros por equis motivo y vi todas las veces que insistí sobre ellos desde mayo del año pasado. Hasta que les resultó, y eso me hace feliz porque son tremendos músicos y además tipos muy simpáticos.
Yo no sé si Fother Muckers serán famosos o no. Supongo que sí, da igual.
La banda me encanta.
Y usted puede escucharlos en los links al final de este post si lo desea. El problema es que los mejores temas a mi parecer no estarán ahí.
Es igual.
Un día caminando por Bellavista, de noche, conocí a unos tipos. Recuerdo que uno llevaba un sombrero muy de vaquero. Y empezamos a conversar.
- Lo que pasa es que...
- No si ya sé -me dijo él interrumpiendo.
- ¿Mmm?
- Leo tu blog hace un tiempo.
Recuerdo que me trató de pornográfico o exhibicionista o las dos cosas no sé, y que en realidad a mí me dio algo de pudor. Pero también que le gustaba como escribía. Y entonces, más pudor. Supuse entonces que resultaba ser un voyeurista más como todos y todas quienes me leían.
Pero Cristóbal es más que eso.
Cristóbal es un observador de la vida, de la risa y de la angustia. Y tiene un talento impresionante para transformarlo todo en canción.
Impresionante.
¡Pero si ahora mismo estoy moviendo el cuerpo entero mientras escribo por culpa de uno de sus temas que he escuchado ya catorce veces seguidas!
Quince.
No sé cómo puta, pero tengo la tremenda raja de que ambos nos consideremos amigos y nos apreciemos del modo en que lo hacemos. Todo en un par de meses.
La tremenda raja de que mi último almuerzo en Chile fue con él y con mi hermano Fredes. Que en un momento tomaron la guitarra y cantaron todos los temas del EP de Fother Muckers.
Para mí.
Casi me puse a llorar.
Comprenderán lo sensible que estaba a punto de dejar Chile.
De dejarlos a ellos.
De dejarlo todo.
Fue bacán, ellos apenas se dieron cuenta de lo bacán que fue para mí, aún cuando les dije se me escapan unas lágrimas hue'ón.
En todos lados he leído que hace frío en Santiago estos días. En emol, en los blogs y fotologs de mis amigos, en las páginas de música chilenas. Y supongo que así no dan muchas ganas de salir en la noche a ver un grupo de música.
Pero hágase un favor.
Vaya a un concierto de los Fother Muckers cuando se entere y verá una puesta en escena que ya merece escenarios del mundo.
No exagero.
No exagero porque si Cristóbal Briceño está en este blog es básicamente porque yo a él lo admiro.
Y porque si se multiplicara, si hubiesen tantos talentos como él, ni siquiera imagino qué podría pasar en Chile con la música.
Y no voy a dejar links.
Se me abriga bien y va a verlos en vivo.
sábado, 19 de mayo de 2007
Daniel Muñoz Quevedo.
Si yo le digo hepta ¿es capaz usted de asociarlo con el número siete?
Ahora bien, si le digo heptacampeón ¿podría usted darme el nombre de alguien que haya sido el mejor en algo durante siete años consecutivos? No importa en qué disciplina o aspecto de la vida. Dispone usted además de cualquier lugar en el mundo o momento en la historia para buscar.
El multiplicable de esta semana lo es.
Cada año los pocos universitarios de Chile que practican lanzamiento de la bala, llegan entusiasmados a la cita anual para decidir quién será ese año el que llegue más lejos. Quién será el más potente, rápido, técnico y fuerte.
Cada año los pocos universitarios de Chile que practican lanzamiento de la bala y llegan a esa cita, ven llegar a Daniel, agachan la cabeza y piensan "¡vale, vamos por la de plata entonces!"
Probablemente usted que lee, lo único que sabe de lanzamiento de la bala es que los tipos deben de ser gigantescos y que en Chile hubo uno, un tal Gert Weil, que tenía los mejores registros.
Hasta que llegó Daniel.
Verni tiene el récord nacional en adultos y Daniel, que además está en su último año de Ingeniería Civil Industrial de la Universidad de Chile (¿sorprendido, sorprendida?), lo tiene en juveniles.
Daniel es heptacampeón nacional universitario en lanzamiento de la bala.
Y no se trata de empezar a enumerar sus logros (ej: campeón sudamericano 2005) en un deporte que en verdad, no está ni cerca de ser conocido ni mucho menos reconocido.
Se trata simplemente de lo que se trata este blog.
De escribir sobre el tipo con los bíceps más fuertes que he conocido, pero con un corazón siete veces más poderoso.
Del tipo que cuando partió a una universidad de Estados Unidos a entrenar, nadie le quería prestar una bala.
- Es que ya has roto dos Daniel.
Claro, se entrenaba en espacios reducidos lanzando balas de ocho kilos contra paredes supuestamente preparadas.
Y del respesto y de los aplausos que sacó en un Madison Square Garden repleto en Nueva York, nadie guardó registro ni hizo mención alguna.
Daniel ha sido uno de mis mejores amigos en la vida. Alguien a quien no puedo dejar de admirar y respetar por su sencillez, su lealtad y sobretodo por la pasión con la que ha esculpido su vida.
Es cierto que mis últimos días en Chile yo, aparte de estar nervioso e insoportable por el vértigo que me producía la que era la más grande decisión de mi vida (venirme a Barcelona a vivir el amor), no supe, no quise, ni intenté dar más de mí para afirmar nuestra amistad por lo que terminamos muy peleados.
Pero no es menos cierto que cada vez que hablo de la amistad termino hablando de Daniel.
Y quiero decir algo.
Dos cosas muy certeras.
Que por el balconcito de mi piso, veo como se ha nublado hoy Barcelona.
Y que Chile, sería un país mucho más grande y mucho mejor si tipos como Daniel se multiplicaran.
Ahora bien, si le digo heptacampeón ¿podría usted darme el nombre de alguien que haya sido el mejor en algo durante siete años consecutivos? No importa en qué disciplina o aspecto de la vida. Dispone usted además de cualquier lugar en el mundo o momento en la historia para buscar.
El multiplicable de esta semana lo es.
Cada año los pocos universitarios de Chile que practican lanzamiento de la bala, llegan entusiasmados a la cita anual para decidir quién será ese año el que llegue más lejos. Quién será el más potente, rápido, técnico y fuerte.
Cada año los pocos universitarios de Chile que practican lanzamiento de la bala y llegan a esa cita, ven llegar a Daniel, agachan la cabeza y piensan "¡vale, vamos por la de plata entonces!"
Probablemente usted que lee, lo único que sabe de lanzamiento de la bala es que los tipos deben de ser gigantescos y que en Chile hubo uno, un tal Gert Weil, que tenía los mejores registros.
Hasta que llegó Daniel.
Verni tiene el récord nacional en adultos y Daniel, que además está en su último año de Ingeniería Civil Industrial de la Universidad de Chile (¿sorprendido, sorprendida?), lo tiene en juveniles.
Daniel es heptacampeón nacional universitario en lanzamiento de la bala.
Y no se trata de empezar a enumerar sus logros (ej: campeón sudamericano 2005) en un deporte que en verdad, no está ni cerca de ser conocido ni mucho menos reconocido.
Se trata simplemente de lo que se trata este blog.
De escribir sobre el tipo con los bíceps más fuertes que he conocido, pero con un corazón siete veces más poderoso.
Del tipo que cuando partió a una universidad de Estados Unidos a entrenar, nadie le quería prestar una bala.
- Es que ya has roto dos Daniel.
Claro, se entrenaba en espacios reducidos lanzando balas de ocho kilos contra paredes supuestamente preparadas.
Y del respesto y de los aplausos que sacó en un Madison Square Garden repleto en Nueva York, nadie guardó registro ni hizo mención alguna.
Daniel ha sido uno de mis mejores amigos en la vida. Alguien a quien no puedo dejar de admirar y respetar por su sencillez, su lealtad y sobretodo por la pasión con la que ha esculpido su vida.
Es cierto que mis últimos días en Chile yo, aparte de estar nervioso e insoportable por el vértigo que me producía la que era la más grande decisión de mi vida (venirme a Barcelona a vivir el amor), no supe, no quise, ni intenté dar más de mí para afirmar nuestra amistad por lo que terminamos muy peleados.
Pero no es menos cierto que cada vez que hablo de la amistad termino hablando de Daniel.
Y quiero decir algo.
Dos cosas muy certeras.
Que por el balconcito de mi piso, veo como se ha nublado hoy Barcelona.
Y que Chile, sería un país mucho más grande y mucho mejor si tipos como Daniel se multiplicaran.
domingo, 6 de mayo de 2007
Nicolás Lasnibat Pérez
La única vez que nos vimos fue en la cocina de su casa con piso de baldosas negra blanca, negra blanca, negra blanca, como un ajedrez. Eran las cuatro o las cinco de la madrugada. Él venía llegando raja de un carrete y yo con su hermano chico de otro.
Hablamos en francés un poco parece. No sé pa' qué.
Un par de meses después de eso Nicolás se fue becado a una escuela de cine en París, dicen que a la más top (la Fémis para los entendidos). Yo no soy capaz de dimensionar la alegría e importancia de algo así.
Nicolás Lasnibat, 31, periodista y director de cine. Sé que trabajó en Patiperros y que hoy en día escribe sobre cine para una revista internacional. Sé también que una vez George Clooney lo invitó a Italia para que le hiciera la entrevista, pero al final vaya a saber uno porqué no resultó.
Nicolás, que en los rodajes se pone la camiseta de su Santiago Wanderers, terminó como terminan la mayoría de los hombres en el mundo. Enamorado. Se casó con Julie y tuvieron una hija. Hoy viven los tres en París.
Aparte de eso, es muy poco en lo que se parece al resto de los hombres y mujeres en el mundo. Simplemente porque son pocas las personas que en un momento dado, y frente a la decisión de sus vidas, se atreven.
Muy pocas.
La pared de su pieza en el departamento de Santiago que compartía con su hermano (donde siempre me echo a flojear cuando él y yo tenemos que hacer un trabajo para la universidad), está tapizada de películas que ni sabía que existían.
Porque yo no sé de cine como del amor y del dolor, pero su cortometraje Treinta Años ha sido de las cosas más lindas que he visto. Cosa que no sentí sólo yo, pues en Touluse, Mar del Plata, Valladolid, Santiago de Chile, Dinnard y San Sebastián lo premiaron como el mejor.
Hace dos semanas estuvo acá en Helsinki y me contaba por el chat éste de gmail que prepararía un cortometraje sobre Finlandia.
- Ya tengo el nombre, Please, don´t say please -me dijo.
Me reí porque por favor en finés no existe. Sí. Lo que leen. En Finlandia nadie dice por favor, porque simplemente no existe en su idioma.
Es la una y cuarto de la tarde. Hay sol y hay frío. Y yo me voy al centro de Helsinki a caminar. A ver en vivo y en directo, cómo se preparan (sin saberlo) los próximos protagonistas de este director de cine.
Nicolás Lasnibat, el multiplicable de esta semana.
Hablamos en francés un poco parece. No sé pa' qué.
Un par de meses después de eso Nicolás se fue becado a una escuela de cine en París, dicen que a la más top (la Fémis para los entendidos). Yo no soy capaz de dimensionar la alegría e importancia de algo así.
Nicolás Lasnibat, 31, periodista y director de cine. Sé que trabajó en Patiperros y que hoy en día escribe sobre cine para una revista internacional. Sé también que una vez George Clooney lo invitó a Italia para que le hiciera la entrevista, pero al final vaya a saber uno porqué no resultó.
Nicolás, que en los rodajes se pone la camiseta de su Santiago Wanderers, terminó como terminan la mayoría de los hombres en el mundo. Enamorado. Se casó con Julie y tuvieron una hija. Hoy viven los tres en París.
Aparte de eso, es muy poco en lo que se parece al resto de los hombres y mujeres en el mundo. Simplemente porque son pocas las personas que en un momento dado, y frente a la decisión de sus vidas, se atreven.
Muy pocas.
La pared de su pieza en el departamento de Santiago que compartía con su hermano (donde siempre me echo a flojear cuando él y yo tenemos que hacer un trabajo para la universidad), está tapizada de películas que ni sabía que existían.
Porque yo no sé de cine como del amor y del dolor, pero su cortometraje Treinta Años ha sido de las cosas más lindas que he visto. Cosa que no sentí sólo yo, pues en Touluse, Mar del Plata, Valladolid, Santiago de Chile, Dinnard y San Sebastián lo premiaron como el mejor.
Hace dos semanas estuvo acá en Helsinki y me contaba por el chat éste de gmail que prepararía un cortometraje sobre Finlandia.
- Ya tengo el nombre, Please, don´t say please -me dijo.
Me reí porque por favor en finés no existe. Sí. Lo que leen. En Finlandia nadie dice por favor, porque simplemente no existe en su idioma.
Es la una y cuarto de la tarde. Hay sol y hay frío. Y yo me voy al centro de Helsinki a caminar. A ver en vivo y en directo, cómo se preparan (sin saberlo) los próximos protagonistas de este director de cine.
Nicolás Lasnibat, el multiplicable de esta semana.
lunes, 23 de abril de 2007
María José Hess
- ¿Te puedo decir María José?, es que Joja no me gusta como suena -le dije cuando nos conocimos.
- Sí, como tú quieras.
Nunca pude decirle María José.
A la Joja la conocí en primer año cuando éramos compañeros de Ingeniería en la Universidad de Chile. A fin de año, harta (y harto valiente) se retiró y dio la prueba de nuevo.
María José Hess Paz, 24 años, periodista de la Universidad Católica. Una de las chicas más valiosas, inquietas, animadas y cancheras que conozco. Y como todo ser humano honesto y conocedor de sus limitaciones, también es una niña que tiene miedos.
Siempre me he llevado bien con la gente que tiene miedos similares a los míos. Y mi relación con ella ha sido siempre de mutua admiración. Me encantaba ir a su departamento, porque además de cocinar siempre algo rico, me entretenía con sus historias y las cosas extrañas que le tocaban hacer como estudiante de periodismo. Me contaba algunas formas de contestar de los políticos, al mismo tiempo que me hablaba de la vez en que se infiltró en los grupos nazi de Santiago.
- La suerte que tienes, eres alta, rubia y tu apellido es bacán -le dijo una vez un tipo morenito, de pelo corto y negro con una chaqueta llena de svásticas.
Nos reímos del pobre hue'ón y analizamos un poco (pero un poco no más, nunca tan doctos) la razón de ser del nazismo en Chile, sentados en unas rocas del San Cristóbal un día de invierno.
La Joja me escribió un mail ayer. Uno de esos mails gigantescos con los que pasado un mes nos ponemos al día y nos enviamos calor. Yo del mediterráneo de Barcelona y ella del selvático bien caliente de Colombia.
Hace ya un tiempo que trabaja en América Solidaria y ahora está metida en el Proyecto Colombia. Vive en Bogotá hace tres meses, en la última parada del Transmilenio (el transantiago colombiano al cual copiamos tan mal). En Ciudad Bolívar, la zona más peligrosa de la capital.
Lava su ropa a mano, pero a la vez se las ingenia para siempre estar codeándose con la gente más importante y poderosa de Colombia. Así es la Joja. Seca.
El jueves pasado partió rumbo a Muzo, un pueblo perdido en la mitad de la selva, a entregarles a los niños de las escuela mochilas, cuadernos, lápices y libros.
Conducía el jeep por esos caminos que dependen de la lluvia, como mi vida del amor, Diógenes Buitrago, un gordito bien transpirado y mujeriego ("tengo tres mujeres y me gustan jóvenes" le dijo orgulloso a la Joja), quien además era el guía indicado para entrar en esas tierras de pistolas, esmeraldas y gente ruda.
Calor, humedad, lluvia, caña de azúcar, café, árboles de cacao y burdeles.
Niñas de diez años por un dólar.
Viejas de setenta por menos.
Cuando la Joja llegó al pueblo junto a otros voluntarios (y al par de discretos guardaespaldas) comenzó a sentir otro tipo de calor. Ese calor que sólo puede provenir de la expectación y de la gratitud infinita de su gente.
A su llegada conoció al alcalde, el Sr Danilo Pineda (¡ja!). Y tras una noche de truenos, insectos y lluvia en la que no fue fácil dormir, se levantó a las seis de la mañana y partió rumbo a las minas de esmeraldas y a la escuelita.
La misma lluvia de esa noche deslizó a la tierra otra vez, cortándoles el camino. Tras hacer los cien metros planos pero con barro casi hasta la cintura y pensando "acá morí", lograron hacer un transbordo de jeep y llegar finalmente a las orillas de un río donde los guaqueros, los buscadores de esmeraldas, buscan con sus palas esas piedras del color del dinero.
De la esperanza.
Y cuando un guaquero encuentra una esmeralda, se convierte en una farra de varios días y ahí quedó... buscando esmeraldas nuevamente.
En una tierra donde la ley es el "zar de las esmeraldas", Víctor Carranza, un tipo con una riqueza incalculable que rige a punta de pistolas y matones. Por eso los guardaespaldas, porque aunque ella y los demás voluntarios sean respetados por todos, nunca se sabe.
Cuando llegaron a la escuela, la banda musical los esperaba bajo la lluvia caliente y la Joja, curiosa desde siempre, no paró de entrevistar (y de abrazar, adivino) a la gente casi sin poder creer todas las historias que escuchaba. Algunas de las cuales me contó en el mail, pero que no voy a reproducir aquí, porque finalmente nadie las creerá.
Supongo que es parecido a lo que le pasa a García Márquez en Cien Años de Soledad.
A la noche, la Joja todavía en shock, celebraba en una zona top de Bogotá el cumpleaños de una amiga.
Y al día siguiente, se sacaba una foto con la Presidenta de Chile de visita en el stand de América Solidaria en la Feria Mundial del Libro de Bogotá.
Así es la Joja.
Una multiplicable, por favor.
Link de interés: América Solidaria
- Sí, como tú quieras.
Nunca pude decirle María José.
A la Joja la conocí en primer año cuando éramos compañeros de Ingeniería en la Universidad de Chile. A fin de año, harta (y harto valiente) se retiró y dio la prueba de nuevo.
María José Hess Paz, 24 años, periodista de la Universidad Católica. Una de las chicas más valiosas, inquietas, animadas y cancheras que conozco. Y como todo ser humano honesto y conocedor de sus limitaciones, también es una niña que tiene miedos.
Siempre me he llevado bien con la gente que tiene miedos similares a los míos. Y mi relación con ella ha sido siempre de mutua admiración. Me encantaba ir a su departamento, porque además de cocinar siempre algo rico, me entretenía con sus historias y las cosas extrañas que le tocaban hacer como estudiante de periodismo. Me contaba algunas formas de contestar de los políticos, al mismo tiempo que me hablaba de la vez en que se infiltró en los grupos nazi de Santiago.
- La suerte que tienes, eres alta, rubia y tu apellido es bacán -le dijo una vez un tipo morenito, de pelo corto y negro con una chaqueta llena de svásticas.
Nos reímos del pobre hue'ón y analizamos un poco (pero un poco no más, nunca tan doctos) la razón de ser del nazismo en Chile, sentados en unas rocas del San Cristóbal un día de invierno.
La Joja me escribió un mail ayer. Uno de esos mails gigantescos con los que pasado un mes nos ponemos al día y nos enviamos calor. Yo del mediterráneo de Barcelona y ella del selvático bien caliente de Colombia.
Hace ya un tiempo que trabaja en América Solidaria y ahora está metida en el Proyecto Colombia. Vive en Bogotá hace tres meses, en la última parada del Transmilenio (el transantiago colombiano al cual copiamos tan mal). En Ciudad Bolívar, la zona más peligrosa de la capital.
Lava su ropa a mano, pero a la vez se las ingenia para siempre estar codeándose con la gente más importante y poderosa de Colombia. Así es la Joja. Seca.
El jueves pasado partió rumbo a Muzo, un pueblo perdido en la mitad de la selva, a entregarles a los niños de las escuela mochilas, cuadernos, lápices y libros.
Conducía el jeep por esos caminos que dependen de la lluvia, como mi vida del amor, Diógenes Buitrago, un gordito bien transpirado y mujeriego ("tengo tres mujeres y me gustan jóvenes" le dijo orgulloso a la Joja), quien además era el guía indicado para entrar en esas tierras de pistolas, esmeraldas y gente ruda.
Calor, humedad, lluvia, caña de azúcar, café, árboles de cacao y burdeles.
Niñas de diez años por un dólar.
Viejas de setenta por menos.
Cuando la Joja llegó al pueblo junto a otros voluntarios (y al par de discretos guardaespaldas) comenzó a sentir otro tipo de calor. Ese calor que sólo puede provenir de la expectación y de la gratitud infinita de su gente.
A su llegada conoció al alcalde, el Sr Danilo Pineda (¡ja!). Y tras una noche de truenos, insectos y lluvia en la que no fue fácil dormir, se levantó a las seis de la mañana y partió rumbo a las minas de esmeraldas y a la escuelita.
La misma lluvia de esa noche deslizó a la tierra otra vez, cortándoles el camino. Tras hacer los cien metros planos pero con barro casi hasta la cintura y pensando "acá morí", lograron hacer un transbordo de jeep y llegar finalmente a las orillas de un río donde los guaqueros, los buscadores de esmeraldas, buscan con sus palas esas piedras del color del dinero.
De la esperanza.
Y cuando un guaquero encuentra una esmeralda, se convierte en una farra de varios días y ahí quedó... buscando esmeraldas nuevamente.
En una tierra donde la ley es el "zar de las esmeraldas", Víctor Carranza, un tipo con una riqueza incalculable que rige a punta de pistolas y matones. Por eso los guardaespaldas, porque aunque ella y los demás voluntarios sean respetados por todos, nunca se sabe.
Cuando llegaron a la escuela, la banda musical los esperaba bajo la lluvia caliente y la Joja, curiosa desde siempre, no paró de entrevistar (y de abrazar, adivino) a la gente casi sin poder creer todas las historias que escuchaba. Algunas de las cuales me contó en el mail, pero que no voy a reproducir aquí, porque finalmente nadie las creerá.
Supongo que es parecido a lo que le pasa a García Márquez en Cien Años de Soledad.
A la noche, la Joja todavía en shock, celebraba en una zona top de Bogotá el cumpleaños de una amiga.
Y al día siguiente, se sacaba una foto con la Presidenta de Chile de visita en el stand de América Solidaria en la Feria Mundial del Libro de Bogotá.
Así es la Joja.
Una multiplicable, por favor.
Link de interés: América Solidaria
domingo, 22 de abril de 2007
¿quién aparecerá en este blog?
Toda persona con la que arbitraria y subjetivamente yo considere que bien vale la pena sentarse a compartir un café.
Un trocito de su vida.
Para que entre dos medialunas me cuente un gran pedazo de su vida.
.
Un trocito de su vida.
Para que entre dos medialunas me cuente un gran pedazo de su vida.
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